¿Habían oído hablar de Agua Dulce, Veracruz? ¡Yo tampoco! Justo al lado de Coatzacoalcos, era un pueblo petrolero de 47 mil habitantes que hace apenas veinticinco años se elevó a categoría de ciudad. De los 212 municipios en el estado, es el único con su propio festival de teatro.
Guillermo Navarro, director y actor, llegó a Agua Dulce en 2008 y creó la Casa de Cultura. Un año después presentó la primera edición del Festival de Teatro Independiente. En el evento participaron diez compañías teatrales que mostraron sus producciones en salones de fiestas, auditiorios de sindicatos, parques y calles, a falta de foros de teatro más tradicionales.
Como hemos comentado en notas anteriores, el arte puede entretener, educar, promover y avanzar causas, vincular. Es una herramienta con muchos usos potenciales. Navarro comenta que esto se trata de “una fiesta de calle, de ejidos, del cine del pueblo con sus mil 200 butacas. Hoy todo espacio vital se ha convertido en espacio teatral dignamente acondicionado pero con limitantes técnicas”. El teatro, sencillo y ambicioso a la vez, ha transformado el modo de vida de los habitantes de Agua Dulce. Y no sólo durante los días que dura el festival: como muchos otros eventos, la crisis económica fue un obstáculo para la primera edición, que estuvo cerca de cancelarse. El alcalde anunció la falta de dinero y los habitantes de Agua Dulce respondieron, primero, con la creación de las Aldeas Globales -casonas, jardines, edificios, oficinas- para alojar a los participantes foráneos que acudían al festival. El resto del hospedaje y la comida fueron proporcionados por grupos juveniles y sindicales, logias masónicas, asociaciones políticas y sociales de la ciudad.
Este año se presenta la segunda edición del festival, del 5 al 13 de agosto, ahora con mejores condiciones y más participantes: 24 compañías provenientes de Francia, Cuba, Perú, Argentina y siete estados mexicanos.
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